jueves, 4 de septiembre de 2014

10 trucos para que tu hijo coma bien

Si las comidas con tu hijo son una batalla, toma nota de estas ideas que utilizan otras madres y de los consejos que te da la psicóloga Coks Feenstra para que acepte mejor los alimentos.

No fuerces al niño a comer todo

Carmen, A Coruña: “Cuando mi hija estaba empezando con las papillas, solía forzarla a comérselo todo. Y muchas veces la niña terminaba vomitando. Dejé de insistir durante dos semanas y ante mi asombro no había perdido peso. Ahora no come más, pero por lo menos no lo devuelve.”
Por qué funciona
Igual que no puedes forzar a un niño a dormir, tampoco es bueno obligarle a comer. Empieza con apetito y se detiene cuando llega a la sensación de saciedad (incluso después de unos bocados). Si le obligas a comer más, se le alterará esa sensación de saciedad, lo que puede conducir a una futura obesidad. Además, si tiene un temperamento fuerte puede acabar vomitando. El truco de pesar al niño antes y después de aplicar el método de no insistir durante varias semanas ayuda a saber si está creciendo bien.

Comer con el niño en familia

Susana, Barcelona: “Mi madre siempre nos decía que comer se hacía en familia. Yo sigo con esta costumbre y noto que mi hija, de 15 meses, come más cuando nosotros lo hacemos con ella.”
Por qué funciona
Desde el primer año de vida los niños aprenden a base de imitación. Ver hacer algo a sus padres los anima a imitar su conducta. Por tanto, comer en compañía de los padres, mientras él también lo hace, es un aliciente estupendo para el niño con poco apetito. Esta es la razón por la que muchos peques comen mejor en el comedor de la guardería o del colegio que en casa.

Crea buen ambiente en la comida

Matilde, Sevilla: “Procuro que haya un ambiente relajado comiendo. Nada de móviles, de televisión ni de discusiones. Y pongo música melodiosa. Así mis hijos comen con más calma y apetito.”
Por qué funciona
El ambiente influye mucho en el apetito. Con una buena atmósfera conseguimos que el niño asocie comer con algo agradable. Esta relación positiva se quedará en su memoria y con el tiempo será capaz de disfrutar de este momento.

Evita que esté cansado al comer

Laura, Valencia: “Notaba que mi hijo, de 18 meses, no cenaba bien porque llegaba al final del día agotado. Ahora procuro que duerma un rato por la tarde, sobre las 18.00 h. Cuando llega la hora de  cenar parece que tiene más ganas.”
Por qué funciona
Evitar que el niño llegue a la hora de cenar con cansancio y sueño es importante, ya que este factor suele interferir en su apetito. La mayoría de los niños comen peor cuando están agotados y con sueño (aunque en ocasiones, a una minoría les da por comer más cuando están muy cansados).

Si no le gusta probar alimentos nuevos...

Ramón, Castellón: “Mi hija, al ver algo nuevo en el plato, gira la cabeza y deja de comer. Antes insistía en que lo probara, aunque fuera sólo una cucharada. Ahora no insisto y noto que ella misma se interesa por lo que ve en mi plato. Lo prueba y al día siguiente lo acepta en el suyo.”
Por qué funciona
Muchos niños rechazan lo desconocido sin probarlo; es lo que llamamos neofobia, una reminiscencia de nuestros antepasados que temían lo  desconocido por miedo a que fuera venenoso. A los niños les gusta lo conocido; por eso piden siempre el mismo cuento o seguir la misma ruta al colegio. Pero también les intriga lo nuevo (neofilia) y con el tiempo ese interés acaba ganando a la resistencia.

Da al niño raciones de comida pequeñas

Marisa, Guadalajara: “A mi hija, de 2 años y medio, le pongo  poca cantidad en el plato. Cuando lo termina y pide más,  hago un poco de teatro. ‘Ah, ¿mi niña quiere más?’. Le aplaudo, se queda muy contenta y repite.”
Por qué funciona
Es un buen truco. La niña decide repetir y esto la refuerza en su sensación del “yo”, algo muy importante en esta etapa en la que necesita afianzar su personalidad. Muchos roces entre padres e hijos se deben a esto: la madre (o el padre) quiere imponer su criterio y el niño el suyo. Es una lucha perdida y la comida se convierte en un campo de batalla. Debes tener en cuenta que es importantísimo no entrar en esta lucha.

Sustituye algunos alimentos para que los coma

Melanie, Madrid: “Me agobiaba que mi hijo de 25 meses rechazara ciertos alimentos, como las lentejas o las espinacas, hasta que un día leí que no tiene por qué comer de todo, siempre y cuando coma algo de cada grupo alimenticio. Por ejemplo, ahora lo que hago es que, en vez de lentejas, le doy arroz, y en vez de espinacas le doy brécol, que le encanta.”
Por qué funciona
No hay alimentos imprescindibles, solo grupo de alimentos imprescindibles. Mientras que el pequeño coma algo de cada grupo alimenticio, no hay problema. Además, hay que tener presente que los gustos del niño aún no están determinados; irán cambiando, a veces de un día para otro, o a lo largo de su infancia.

Camufla alimentos que no le gustan

Miranda, Soria: “Para que mi hija se coma las verduras, hago tortilla: de espinacas, de judías verdes… O las bato y las mezclo con salsa de tomate; así se las come con gusto”.
Por qué funciona
Mezclar las verduras con otros alimentos ayuda a que se familiarice con ellas, pero es mejor hacerlo solo por un tiempo. Ve  quitando poco a poco el alimento que varía su gusto para que conozca el auténtico sabor. Puedes darle pocas cucharadas al principio e ir aumentando.

Prepara con tu hijo la comida

Mara, Castellón: “A mis hijos les encanta ayudar en la cocina. Ponen tomates cherry en la ensalada, queso rallado en la pasta. Y si hacemos pizzas, les ponemos ojos, nariz y boca. Luego jugamos a que nos lo comemos.”
Por qué funciona
Está comprobado que ayudar en la preparación de la comida como un juego les abre el apetito. Seguramente se debe al elemento lúdico, que es su manera natural de aprender.


Anímale a comer con juegos

Carmen, Albacete: “Junto al plato de mi hija, de 25 meses, coloco un bol con compota de manzana. Mientras ella se entretiene poniendo la compota por encima de su comida, yo le voy dando cucharadas”.
Por qué funciona
Es mejor que el niño coma conscientemente, por eso no es bueno distraerle con la tele. Sin embargo, el truco de jugar (hacer el avión con la cuchara, por ejemplo) puede quitar tensión, siempre que ese juego le centre en lo que come. El momento de la comida debe ser placentero. El buen humor da apetito y el malo lo quita.

Cómo limpiar y cuidar los oidos de tu bebé

Entre las muchas atenciones que requiere vuestro recién nacido está la de cuidar sus oídos. Aunque se trata de una tarea sencilla, puede plantearos algunas dudas.

cuidado oidos bebé
Los bebés tienen los oídos mucho más delicados que los adultos, porque su canal auditivo es más corto y, por tanto, más vulnerable a los enfriamientos y a posibles agentes agresivos exteriores como el polvo, el aire, el agua y las bajas temperaturas.
Para evitar problemas de oídos a tu hijo debes hacer dos cosas: aprender a limpiárseloscorrectamente y protegérselos siempre muy bien.

OJO CON LOS BASTONCILLOS
A las pocas semanas de nacer tu pequeño empezará a segregar cerumen, una sustancia antibacteriana, blandita y amarillenta, que además de proteger sus oídos de infecciones y de agentes externos que podrían penetrar en ellos, los mantiene a salvo de leves erosiones que podría hacerse el bebé al rascarse (hasta que el pediatra te dé permiso para cortarle las uñas, ponle unas manoplas).
Por eso, no es bueno retirar la cera del conducto auditivo, salvo que tenga tanta que se le formen tapones (es el médico quien debe quitarlos). El oído cuenta con un mecanismo natural para la eliminación de la cera: se desliza lentamente hacia el exterior, impulsado por los movimientos que el bebé realiza mientras se alimenta.
Así que ya sabes: quita a tu hijo sólo la cera que le veas por fuera, con la punta de una gasa seca (no lo hagas con una bola de algodón, porque suelta pelitos). También puedes hacerlo con los bastoncillos para los oídos, pero sin metérselos por dentro: en lugar de sacarle la cera, la empujarías hacia adentro y, además, podrías dañarle el tímpano.
MUY BIEN PROTEGIDO
Antes de bañarle, asegúrate de que no llegan corrientes de aire directas al cuarto donde vas a poner su bañerita, porque al tener los oídos húmedos hay más riesgo de que coja una otitis. Ésta es la dolorosa inflamación del oído medio, que siempre debe ser tratada por el pediatra (muchas veces, con antibióticos). Sabrás que tu hijo padece esta alteración si se muestra inquieto, llora mucho, está inapetente y le cuesta conciliar el sueño. El síntoma inequívoco de que la tiene es que le presiones la zona inferior del oído y rompa a llorar a gritos.
Mientras le bañas, intenta que no le entre agua en los oídos (mantenle la cabeza derecha) y cuando le saques de la bañera, sécaselos con suavidad con la punta de una toalla seca. Si piensas que le ha entrado agua (se llevará la mano al oído), ponle la cabeza hacia ese lado, hasta que el líquido drene.
Por otro lado, cuando salgáis a la calle, cúbrele la cabeza con un gorrito que le tape los oídos, para evitar que se le enfríen, y evita las calles y plazas muy “abiertas”, donde siempre hace viento.
Jamás le eches gotas en los oídos sin consultárselo al pediatra y si alguna vez se las prescribe, calienta el frasco entre tus manos, para que el contacto con ellas no dé impresión a tu hijo.
Por último, si le sale un grano dentro del oído (son muy dolorosos), aplícale una gasita impregnada con una pizca de alcohol, para que se le seque enseguida y deje de molestarle cuanto antes.
ALGUNAS DUDAS SOBRE LAS OREJAS
¿No las tiene demasiado grandes? No. Se trata sólo de una impresión (muy común entre
los padres primerizos), que va desapareciendo a medida que el pequeño crece y su perímetro cefálico aumenta.
¿Por qué se le ponen tan coloradas? Es una reacción normal, que se explica por dos motivos: porque las tiene muy vascularizadas y por la inmadurez de su sistema de termorregulación.
¿Se pueden correguir las orejas de soplillo? No del todo, pero sí bastante. Para ello, al tumbar al niño y ponerle el gorro debemos asegurarnos de que no tiene las orejas dobladas hacia adelante.
¿A las niñas les duele que le pongan pendientes? No. Sus lóbulos son tan blanditos, que el mismo pendiente hace el agujero sin que las pequeñas se inmuten. Eso sí, deben ponérselos en la maternidad o en una farmacia, para evitar el riesgo de infección.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Alergias en niños pequeños

¿Qué es una alergia?

La alergia es una reacción del sistema inmunitario a una sustancia del ambiente llamada alérgeno. Cuando un niño con alergias entra en contacto con alguna de estas sustancias (ya sea al tocarlas, inhalarlas, comerlas o si se las inyectan), su organismo las detecta como un invasor peligroso y libera histaminas y otras sustancias químicas para rechazarlas. 

Estas sustancias químicas producen irritación en su organismo y provocan síntomas tales como mucosidad clara (la nariz gotea con frecuencia), estornudos, comezón y tos. Los síntomas pueden ser leves o severos, intermitentes (solo se dan en ciertas temporadas) o continuos si está expuesto constantemente al alérgeno.

En algunos casos el alérgeno puede causar una reacción severa llamada shock anafiláctico. Esto es una emergencia médica ya que los síntomas, que incluyen dificultad para respirar y para tragar, pueden ser fatales.

¿Cuáles son algunos alérgenos comunes?

Entre los posibles alérgenos se encuentran los alimentos, los medicamentos, los insectos, la caspa de los animales, los ácaros del polvo, el moho y el polen. Los alérgenos pueden causar síntomas respiratorios (como alergias nasales o rinitis alérgica), síntomas de la piel (por ejemplo, un eczema) o problemas intestinales (que se deriven, por ejemplo, de alergias a los alimentos).

¿Qué tan comunes son las alergias en los niños?

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés), presentaron los siguientes datos en 2011 (que se basan en información de la Encuesta Nacional de Salud de Estados Unidos):

  • Alergias a los alimentos: un 4.5 por ciento de niños menores de 18 años tenían este tipo de alergia (en el 2000 el mismo porcentaje era 3.5).
  • Alergias de la piel: un 10.7 por ciento de niños menores de 18 años tenían este tipo de alergia (en el 2000 el mismo porcentaje era 7.3).
  • Alergias respiratorias o al polen: un 16.6 por ciento de niños menores de 18 años tenían este tipo de alergias.

¿Cuál es la causa de la rinitis alérgica?

Entre los factores que suelen desencadenar las alergias encontramos:

  • Ácaros del polvo: organismos microscópicos que prosperan en las escamas de la piel humana. Alrededor del 85 por ciento de las personas que padecen alergias son alérgicos a los ácaros del polvo.
  • Caspa de los animales: pequeñas escamas blanquecinas de gatos, perros y otros animales con pelo.
  • Polen: particularmente el que proviene de árboles, césped y hierbas.
  • Moho: hongos que se encuentran en lugares mojados y húmedos, por ejemplo, baños y sótanos.

Algunos niños son alérgicos a las almohadas de plumones y de plumas, o a las cobijas de felpilla o de lana. Y si bien la mayoría de los especialistas no creen que los niños puedan ser alérgicos al humo del cigarrillo, este puede hacer que los síntomas de la alergia empeoren. Mira cómo proteger a tus hijos de que se conviertan en fumadores pasivos.

10 señales que tu hijo tiene alergias, no un resfriado

Debido a que los síntomas de las alergias nasales son muy parecidos a los de un resfriado (goteo de la nariz, ojos llorosos, tos, congestión nasal, estornudos), puede ser difícil darse cuenta de la diferencia. Sin embargo, hay algunos síntomas típicos de las alergias. 

Hazte las siguientes preguntas:

  1. ¿Parece tu bebé estar resfriado todo el tiempo? Los resfriados por lo general se van mejorando, y desaparecen en un periodo de siete a diez días. En cambio, las alergias perduran.
  2. ¿Tiene siempre la nariz tapada o goteando?
  3. ¿Suele mover, limpiar o empujar hacia arriba su nariz muy seguido? Los médicos llaman a este comportamiento "saludo alérgico".
  4. ¿La mucosidad que le sale de la nariz es transparente y poco espesa (comparada con la mucosidad amarillo-verdosa y gruesa típica del resfriado?
  5. ¿Estornuda mucho?
  6. ¿Tiene los ojos irritados, rojos y llorosos?
  7. ¿Está la piel por debajo de sus ojos oscura, morada o azul? Los médicos llaman a este síntoma "ojeras alérgicas".
  8. ¿Respira por la boca?
  9. ¿Tiene una tos seca?
  10. ¿Está su piel irritada o brotada con un sarpullido rojo que le produce comezón?

Si respondiste "sí" a una o más de estas preguntas, es posible que tu hijo sea alérgico a algún factor ambiental. Los niños con alergias nasales son también más propensos a padecer infección de oídoasma e infecciones sinusales.

¿Son hereditarias las alergias?

Si bien un niño puede heredar la tendencia a ser alérgico, no necesariamente heredará una clase específica de alergia. Por ejemplo, si uno de los padres biológicos es alérgico a los gatos, hay una probabilidad del 40 a 50 por ciento de que su hijo también tenga alguna clase de alergia. Esa probabilidad sube a entre un 75 y 80 por ciento cuando ambos biológicos padres padecen alergias. 

Sin embargo, es posible que los miembros de una misma familia tengan alergias a distintas cosas.

Si mi niño es alérgico, ¿cuándo lo sabré?

Eso dependerá en la frecuencia con la que tu niño ha estado expuesto al alérgeno. La alergia por lo general tarda en desarrollarse. Cada persona tiene un umbral al que debe llegar antes de que un alérgeno produzca una reacción, y este umbral puede tardar varios meses en alcanzarse.

De modo que si tu pequeño heredó la tendencia a ser alérgico a la caspa del gato, puede que no tenga ningún tipo de problema durante los primeros meses que esté con el animal o quizás tenga una reacción leve. Pero en algún momento, cuando el nivel de exposición llegue a su umbral, su organismo reaccionará y tendrá una reacción alérgica más severa.

Las alergias de temporada a cosas como el polen y el césped por lo general no aparecen hasta que el niño tiene más o menos entre 3 y 4 años de edad, porque no está expuesto a estos alérgenos más que unas semanas al año.

¿Cómo puedo averiguar a qué es alérgico mi niño?

Se requiere un trabajo minucioso de investigación, y a veces es necesario contar con la ayuda de estudios médicos para averiguar con exactitud la causa de una alergia. El momento en el que se produce el ataque de alergia puede ser una pista importante. 

Las alergias al moho por lo general se manifiestan durante el tiempo húmedo o lluvioso y pueden ser difíciles de distinguir de los resfriados. Las alergias a los ácaros del polvo o a la caspa de los animales suelen ocasionar congestión por la mañana a lo largo de todo el año. Las alergias relacionadas con el polen son más comunes en la primavera, el verano y el otoño.

Lamentablemente, llevarte lejos al animalito por algunos días no te permitirá saber con seguridad si tu hijo tiene alergia al gato o al perro. Estudios que se realizaron en la Universidad Johns Hopkins indican, por ejemplo, que la caspa de un gato puede necesitar más de un año (después de que esa mascota ya no está en la casa), para degradarse y no causar molestias a las personas que sufren de alergias. 

Por otro lado, si alejas a tu pequeño de la mascota (por ejemplo, durante unas vacaciones) y lo notas mejor, tendrás una buena pista, aunque no es una prueba concluyente. También deberías investigar si el bebé es alérgico a alguna otra cosa que haya en tu casa.

Si tus propias averiguaciones no te dan la respuesta, es hora de consultar con el médico. Este examinará al bebé y te hará un montón de preguntas. Si considera que el problema es alérgico, podría referirte directamente a un especialista en alergias o tal vez te sugiera un análisis de sangre para medir los niveles de anticuerpos IgE (alergia) en la sangre del niño.

Los análisis de sangre pueden ser menos precisos que las pruebas cutáneas. De modo que si el análisis de sangre indica la posibilidad de que haya una alergia, el próximo paso es que le hagan una prueba cutánea. Para ello, será necesario que consultes con un especialista en alergias.

Durante una prueba cutánea, el doctor aplica pequeñas cantidades de alérgenos comunes en la piel. Si el niño es alérgico a una sustancia, tendrá una reacción (similar a una picadura de mosquito) en ese lugar. Los bebés pueden tener reacciones menos fuertes que los niños mayores, pero aun así, las pruebas son muy útiles.

"Ten presente que las pruebas te permiten saber a qué es alérgico tu niño en ese momento en particular, aunque esto puede ir cambiando a medida que el niño crece", dice el especialista en alergias infantiles de Seattle, Frank S. Virant. Si el resultado de la prueba cutánea da negativo pero el niño continúa teniendo síntomas de alergia, pide que lo vuelvan a evaluar en seis a doce meses.

¿Cómo puedo proteger a mi niño de los alérgenos?

Lo mejor que puedes hacer es reducir la exposición de tu bebé a los siguientes alérgenos, considerados los más comunes:

Ácaros del polvo

Los ácaros del polvo viven en tejidos y alfombras y son comunes en todas las habitaciones de la casa. Pero la mayoría de los niños se exponen a la mayor parte de los ácaros del polvo en el dormitorio, donde los colchones y las almohadas son el verdadero hábitat de estos microbios.

Aunque te pueda parecer que las medidas que recomendamos a continuación dan mucho trabajo, son muy útiles. "Los padres que siguen estos pasos pueden esperar entre un 60 y un 70 por ciento de mejoría en las alergias de sus niños", dice Virant, "y esto debería reducir notablemente el nivel necesario de medicación".

  • Recubre el colchón de tu niño con una funda impenetrable de tela con trama muy ceñida, que puedes comprar en las tiendas de artículos hipoalergénicos. A diferencia de las fundas de vinilo, esta proporciona una útil barrera que permite la transpiración y no se arruga. Usa cobijas, en vez de edredones grandes y acolchados.
  • Lava la ropa de cama una vez por semana con agua caliente para matar los ácaros. Pon la temperatura del calentador de agua a alrededor de 130 grados Fahrenheit (55 grados Celsius) antes de lavar la ropa de cama. Es importante que les avises a todos los miembros de la familia que el agua estará más caliente de lo normal. Después no te olvides de volver a bajar la temperatura del calentador a unos 120 o 125 grados F (50 grados C) para que tu familia no se queme cuando se lave las manos o bañe.
  • Evita amontonar juguetes de peluche en la habitación del niño porque atraen como un imán los ácaros del polvo. Lava los favoritos de tu pequeño con agua caliente una vez a la semana o mételos de noche en el congelador para que el frío mate los ácaros.
  • Sacude el polvo y pasa la aspiradora una vez por semana o cada dos semanas, pero asegúrate de que el niño no esté en la habitación cuando lo hagas. Al sacudir el polvo y pasar la aspiradora puedes esparcir las partículas residuales de los ácaros que queden en la habitación. Pasar un trapo húmedo, en lugar de usar un sacudidor, tal vez te ayude a evitarlo.
  • Considera invertir en una aspiradora con un filtro especial de muy alta eficiencia (en inglés son conocidos como filtros HEPA o High Efficiency Particulate Air), que atrapa incluso las partículas microscópicas que no retienen las aspiradoras comunes.
  • Si tu hijo tiene una intensa alergia a los ácaros del polvo, contempla la posibilidad de quitar las alfombras que van de pared a pared y reemplazarlas por un piso que no le cause problemas (los pisos de madera son una buena opción).
  • Limpia o reemplaza los filtros de la calefacción y el aire acondicionado una vez por mes durante las estaciones en que se usan. Procura limpiar los conductos de la calefacción todos los otoños.

Caspa de las mascotas

Si tu niño es alérgico a una mascota, la única solución infalible es llevarse al animal. Por supuesto, no es una decisión fácil de tomar y es comprensible que quieras dejarla como último recurso.

Para mantener la caspa a niveles bajos, lava con frecuencia a tu mascota. Puedes encontrar champús para reducir caspa en una tienda de artículos para animales. Además, evita que el animal se suba a los muebles y mantenlo fuera de la habitación del niño.

Polen

Durante la temporada de alergias, puede ser casi imposible evitar estar en contacto con partículas como el polen, que es transportado por el aire, y pueden provocar alergia. Puedes procurar mantener a tu niño dentro de la casa con las ventanas cerradas durante la temporada de polen, cuando su concentración llega a un nivel máximo, y especialmente en días con mucho viento. Aunque sabemos que no siempre podrás mantener a tu niño dentro de la casa. 

Si tu niño sale afuera, asegúrate de bañarlo y lavar su cabello cada noche para eliminar cualquier partícula alergénica. Si tienes en tu hogar una secadora de ropa, seca ahí sus prendas en lugar de secarlas al aire libre. También es importante que cierres los ductos de aire de su habitación donde duerme tu niño. 

Otra recomendación es que estés al tanto de los niveles de polen en tu zona, para que de esa manera sepas cuándo debes tener especial cuidado con tu bebé. En Estados Unidos, existen varias organizaciones que ofrecen este tipo de información. Una de estas es: National Allergy Bureau

Moho

Usa aire acondicionado y un deshumidificador cuando el tiempo sea cálido y húmedo, en particular en un sótano húmedo u otros sectores de la casa donde el moho sea un problema. Si el baño es una fábrica de moho, límpialo con frecuencia usando desinfectantes que detengan la formación de moho, por ejemplo un poco de lejía (cloro) y agua o una solución natural, como aceite de árbol de té y agua. Y contempla la posibilidad de invertir en un mejor sistema de ventilación.

El moho puede producirse en armarios, desvanes, sótanos, macetas, refrigeradores, duchas y botes de basura, y debajo de las alfombras. Incluso el árbol sintético de Navidad puede tener moho.

¿Hay medicaciones que puedan ayudar a mi niño?

Sí, pero no le des medicamentos para la alergia sin antes consultarlo con tu médico. Tal vez te sugiera darle antihistamínicos y te prepare una receta. Muchas de las medicinas para la alergia más recientes tienen menos efectos secundarios que otros productos que se venden en el mercado. (Si tienes también un bebé, ten en cuenta que estos fármacos no están autorizados para bebés menores de 6 meses).

¿Puedo administrarle a mi niño una vacuna contra las alergias?

Si tu hijito padece de muchas alergias, un especialista podría sugerirte que le administren vacunas contra las alergias (inmunoterapia), pero por lo general esto no sucederá hasta que tenga entre 4 a 6 años de edad. En raras ocasiones se les recetan vacunas a niños más pequeños, por lo general a aquellos con problemas graves de asma

Las vacunas contra las alergias se administran en el consultorio del doctor y contienen una pequeña dosis del alérgeno que está provocando la alergia (como el polen, la caspa de una mascota o ácaros). Eso le ayudará a tu niño a acostumbrarse a esa sustancia a medida que pasa el tiempo. 

Esto es lo que suele suceder cuando a tu niño le administran las vacunas contra las alergias: le pondrán estas vacunas cada semana por alrededor de 4 a 6 meses, hasta que esté expuesto el tiempo suficiente al alérgeno en cuestión. La idea es preparar a su cuerpo para que pueda tolerar el alérgeno lo mejor posible. Después de ese periodo, le seguirán administrando estas vacunas una o dos veces al mes por alrededor de 4 a 6 meses. Y luego le pondrán las vacunas solo una vez al mes por un año. 

Después de eso, el doctor evaluará a tu niño para ver si requiere más tratamiento. Si las vacunas contra las alergias han funcionado, tu hijo podría continuar recibiéndolas por años. 

¿Qué puedo hacer para impedir que mi hijo contraiga una alergia por primera vez?

Por el momento, hay muchísima información contradictoria acerca de cómo impedir o retrasar las alergias posponiendo o acelerando la exposición de un niño a los posibles alérgenos.

"Algún día podremos recurrir a la genética y saber realmente a qué cosas está destinado a ser alérgico un niño", dice Virant. "Pero la realidad es que, de momento, no hay nada que pueda ayudarnos por anticipado".

Por supuesto, si tú o tu pareja tienen alergia a los gatos, no tendrás un felino en tu casa (lo mismo vale para cualquier otro animal o sustancia que produzca alergia). Y mantener la casa, y en particular la habitación del niño, limpia y lo más libre que puedas de moho y ácaros del polvo es una excelente idea.


Cómo criar a un niño feliz


La importancia de las canciones infantiles

Una madre, no importa su cultura o su nivel social, arrulla a su bebé y le canta o tararea desde que nace, o incluso antes, ya que se trata de un instinto natural. Los estudios han demostrado que un bebé responde a los sonidos externos desde las 28 semanas del embarazo aproximadamente y un recién nacido reconoce desde el primer momento la voz de su madre. Por eso cuando le hablas a tu bebé, y más aún cuando le cantas una canción de cuna, tu bebé vuelve a experimentar la misma sensación de seguridad y bienestar que cuando estaba en el útero. Aunque los bebés no comprenden las palabras, sí entienden el mensaje de la entonación.

Eliana Tardío, escritora de origen boliviano y encargada de la relación entre madres y la institución Healthy Start Coalition en Florida (dedicada a proveer servicios médicos a bajo costo o gratuitos a madres con riesgo de tener bebés prematuros o con problemas genéticos) dice que “la canción de cuna es la musicalización de la ternura de una madre”.

Añade Tardío que el canto de cuna contribuye al desarrollo de la localización auditiva (la capacidad de reconocer y localizar de dónde procede un ruido, es decir, una fuente sonora), además de al desarrollo cerebral y el refuerzo de las emociones. “La música también aporta la armonía espiritual, la intimidad y la calma que ambos, mamá y bebé, necesitan para conocerse y entenderse”, explica. La canción que más canta Tardío a sus propios hijos, es “Arru-rú mi bebé”, porque su madre se la cantaba y ahora ella adapta la letra a su manera.

Las canciones de cuna y las canciones infantiles en español a menudo tienen su raíz en un determinado país, pero la mayoría ha traspasado fronteras, y en algunos casos la letra tiene variantes distintas dependiendo del lugar donde se canten. Ninguna es mejor que otra, y cada mamá puede cantar la versión que más le guste o que mejor se adapte a su cultura de origen.

Además, las canciones populares son un modo de transmitir al niño una importante parte de las raíces maternas o paternas desde la más temprana edad. Y si tu entorno familiar es bilingüe, el escuchar letras de canciones en español desde que es un bebé ayudará a tu hijo a reforzar el aprendizaje de ambos idiomas. Es importante que relacione su idioma materno con sensaciones placenteras, y así estará más abierto a seguir aprendiendo el español, incluso cuando el resto de su entorno hable otro idioma, como el inglés.

Aprender cantando

Enrique González Gómez, en su prólogo al libro Cancionero popular infantil, explica que el niño “toma las palabras como un juguete y descubre la magia de que unas palabras excitan a los que las oyen y otras los dejan tranquilos”. Por tanto, para los niños la canción es un medio de aprender jugando y también de calmarse. Observa a tu pequeño cuando tiene sueño, y mira cómo agita los brazos o golpea un objeto contra otro para hacer ruido cuando quiere jugar. Procura reforzar esos momentos, participando activamente en ellos. Son los mejores para introducir canciones infantiles y rimas.

Los pequeños aprenden mediante el juego y la música y las rimas de las canciones populares les ayudan a reforzar el recuerdo y el aprendizaje. Por eso en muchos países los niños recitan la tabla de multiplicar convirtiéndola en una canción. Por otro lado, la música es capaz de afectar el humor tanto del niño como de la mamá.

Las canciones de cuna, por su cadencia, calman a quien las canta y al pequeño que las escucha, sobre todo cuando al mismo tiempo hay contacto físico con la madre. En cambio, por la mañana y a lo largo del día, las canciones con ritmo ayudan a estimular al pequeño, que se divierte trotando sobre las rodillas de la mamá o el papá al ritmo de: “arre burro arre” o aprendiendo a mover la manita escuchando a su madre cantar “cinco lobitos” mientras mueve la mano delante de sus ojos curiosos.

Además de cantar las canciones a tu bebé, también puedes comprar CDs de música infantil y escuchar con él diferentes versiones de melodías infantiles.


http://espanol.babycenter.com/a8200069/la-importancia-de-las-canciones-infantiles#ixzz3CEdftSrz

martes, 2 de septiembre de 2014

Como extraer correctamente la leche materna

Claves para extraer correctamente la leche materna

¿Tienes que reincorporarte al trabajo y quieres que el bebé siga alimentándose con tu leche? Te contamos cómo hacerlo.

Extraer la leche materna
Tu bebé puede seguir disfrutando de todos los beneficios de la leche materna, el mejor alimento para él en los primeros meses de vida, aunque tú tengas que volver al trabajo tras la baja maternal, o aunque vayas a separarte           de él algunas horas o algunos días.
Para ello sólo es necesario que aprendas a extraerte tu leche, manualmente o con ayuda de un sacaleches, y que la conserves a la temperatura idónea, para que así la persona que se quede cuidando a tu hijo pueda dársela con el biberón.
ASPECTOS IMPORTANTES PARA LA EXTRACCIÓN
Se trata de un proceso sencillo e indoloro, pero requiere práctica. La clave está en conseguir la salida de la leche sin el estímulo de succión del niño. Pero además debes tener en cuenta una serie de aspectos que rodean al proceso:
  • El entorno. Escoge un entorno íntimo y relajado, donde el riesgo de interrupciones sea mínimo. Si tienes que hacerlo en el trabajo y no existe una sala de lactancia, habla con tu empresa para que te procuren un sitio adecuado.
  • El horario. Intenta sacarte la leche en las horas a las que amamantarías a tu hijo si estuvieras con él. De esta forma evitarás que los pechos estén llenos de leche y, en consecuencia, duros, doloridos y calientes. Además, ten presente que conviene dar la leche materna al bebé en una hora similar a la que fue extraída. El motivo es que la composición de este alimento natural varía a lo largo de las 24 horas del día y también lo hace el efecto que puede tener en el pequeño.
  • La higiene. No es necesario que te laves el pecho antes de la extracción, basta con que mantengas una higiene normal (la ducha diaria), pero sí has de lavarte antes las manos. Eso sí, recuerda que debes lavar y esterilizar el sacaleches, el biberón y los envases donde vayas a guardar la leche antes de usarlos la primera vez, y continuar haciéndolo mientras lo aconseje el pediatra, después de cada extracción y de cada toma. Luego será suficiente con que los laves con agua jabonosa para eliminar cualquier resto de leche y los enjuagues después muy bien.
CÓMO ESCOGER EL SACALECHES ADECUADO
Los sacaleches reproducen los ciclos de succión del bebé, drenan el pecho y estimulan la producción. Elige el adecuado a tus necesidades. Pueden ser:
  1. Manuales. Requieren que utilices las dos manos y un mayor esfuerzo. Son más baratos. Son adecuados para mujeres con la lactancia establecida y que necesitan sacarse leche de manera ocasional. Algunos imitan el efecto de una jeringa.
  2. Eléctricos y a pilas. Los hay de extracción sencilla (se aplican a un pecho cada vez) y doble (a los dos a la vez). Los primeros son más cómodos y adecuados si tienes que sacarte la leche todos los días en el trabajo. Los dobles aumentan la eficacia y disminuyen el tiempo de extracción, aunque resultan más voluminosos y caros. Los dos permiten graduar la potencia. Ponla al mínimo y ve subiéndola poco a poco hasta encontrar tu punto ideal.

Los celos entre hermanos

Sus celos tienen un lado positivo

Aprende cómo le pueden favorecer

Los celos fraternos constituyen uno de los sentimientos más enjuiciados en el niño y los padres tendemos a corregirlos, pero en muchas ocasiones, si se enfocan bien, favorecen el desarrollo emocional del pequeño.

Celos por la llegada del bebé.

PREVENIR DESDE EL PRINCIPIO
Una de las mejores maneras de evitar que el hijo sufra por celos es prepararle desde el embarazo. Así podrá ir asumiendo con mayor naturalidad este gran cambio que se va a producir en su vida.
  • Cuéntale que estás embarazada. Díselo antes que a personas ajenas a la familia. Si se entera por otros creerá que hay algo que quieres ocultarle. Y háblale del tema con naturalidad.
  • Implícale. Deja que participe en los preparativos para la llegada del bebé. Pregúntale qué nombre le gustaría ponerle, qué color elegiría para su habitación... Si tienes en cuenta su opinión se sentirá mayor.
  • Háblale de su hermano. Enséñale todas las ecografías, libros en los que vea cómo crece un bebé... Dile que ponga su mano en tu tripa y que hable al hermanito.
  • No dejes de informarle. Cuando ya falte poco para el parto, avísale de que vas a estar fuera unos días y explícale bien con quién se quedará.
  • Cuida tu llegada. El día que vuelvas a casa, deja que sea tu pareja quien lleve en brazos al recién nacido. Así podrás abrazar a tu hijo mayor antes que a nadie y se sentirá muy querido. Luego preséntale a su hermano y dile que como aún no sabe hacer nada él, que es “mayor”, tiene que enseñarle muchas cosas.
  • Avisa a las visitas. Pídeles que cuando vayan a casa para conocer al bebé, saluden primero al niño mayor y le traigan un detalle.
LOS CELOS ESTÁN PERMITIDOS
Clara, de 4 años, adora a su hermanito Adrián, de 8 meses.
Sin embargo, se enfada cuando su mamá no puede jugar con ella porque está dando de comer al bebé o tiene que acostarlo.
Entonces su madre intenta dar protagonismo a la niña, le explica que sigue queriéndola igual que antes... Pero Clara se abraza a su peluche y no habla.
En el fondo subyace algo esencial: sus padres piensan que los celos de la niña son negativos y cada vez que reaccionan ante su actitud, inconscientemente le envían el mensaje de que está actuando de forma incorrecta.
Así, la idea que percibe Clara es que los celos son un sentimiento que no hay que tener.
Sin embargo, pretender esto es utópico, sobre todo en niños menores de 7 u 8 años, que no poseen la madurez necesaria para aceptar al recién llegado como un compañero en lugar de como un rival.
Al fin y al cabo, todos los niños necesitan saber que los adultos con los que tienen una relación emocional los quieren y están pendientes de sus necesidades. Y un hermano resta encuentros afectivos con papá y mamá, los abuelos, los tíos...
Así que pedir al pequeño que no sienta celos es como impedirle que sea él mismo y que se implique en las relaciones que más le importan.
Pero entonces, si los celos son algo natural en la mayoría de los niños, ¿hay que limitarse a aceptarlos, sin más? La respuesta no es tan sencilla, porque la clave no está en este sentimiento, sino en el modo en que lo vive el pequeño y en la forma en que le afecta.

jueves, 31 de julio de 2014

La depresión postparto síntomas causas y complicaciones

Es normal que después de dar a luz tus emociones sean más intensas –las buenas y las malas– y te sientas decaída o cansada. Sin embargo, si los síntomas duran más de dos semanas y sientes que el peso es demasiado para tus hombros, puedes estar sufriendo depresión postparto.

¿Qué es la depresión postparto?

Se trata de depresión moderada o severa que se presenta luego de dar a luz. Por lo general empieza cerca de los tres meses post parto, pero puede darse inmediatamente o hasta un año después, y prolongarse por varios meses.
La depresión postparto afecta entre 10% y 15% de las mujeres en la etapa del puerperio (desde el parto hasta que vuelvas a tu estado normal antes de quedar embarazada, entre 45 y 60 días después del parto). Puede ser causada por factores hormonales, sociales o psicológicos (más información sobre este tema en Causas de la depresión postparto y quién está en mayor riesgo).

¿Lo que siento es normal o es depresión postparto?

Después de dar a luz, tienes una etapa de sentimientos extremos e inquietudes. Se le suele llamar tristezas de la maternidad o baby blues (en inglés) y se debe a los cambios hormonales, el reajuste a tu nueva vida y la emotividad de tener a tu bebé. Este tipo de trastorno es bastante común (afecta a 80% de las nuevas madres) y no es de mayor gravedad (desaparece en cuestión de unas semanas sin necesidad de tratamiento).
Con moderación, los siguientes síntomas son normales después de dar a luz:
  • Llanto.
  • Ansiedad.
  • Frustración.
  • Irritabilidad.
  • Cansancio.
  • Dificultad para dormir.
  • Dudas sobre tu capacidad para ser madre.
  • Un sentimiento de que la maternidad es una responsabilidad demasiado grande.
Estos síntomas por lo general desaparecen –al menos se reducen un poco o son superados por todos los sentimientos positivos de la maternidad– en cuestión de un par de semanas. Cuando estos síntomas son severos y se extienden por más de un mes, podría tratarse de una depresión postparto.

Síntomas de la depresión postparto

  • Los síntomas de la depresión postparto son similares a los de una depresión en cualquier otro momento de tu vida, agravados por los cambios en tu cuerpo y tu nueva responsabilidad como madre:
    • Cambios en el apetito (exceso o falta de apetito).
    • Deseos de aislarte o la sensación de soledad extrema.
    • Desinterés en cuidarte a ti misma.
    • Falta de interés en tus actividades.
    • Irritabilidad.
    • Falta de energía.
    • Pensamientos relacionados con muerte, suicidio o hacerte daño.
    • Dificultad para dormir o sueño excesivo.
    • Dificultad para concentrarte.
    • Problemas de memoria severos.
    • Dolores de cabeza u otras parte del cuerpo que no desaparecen.
    • Sentimientos de culpa.
    • Baja autoestima.
    • No disfrutas actividades que antes te daban placer.
    • Falta de motivación.
    • Dificultad para llevar a cabo tus tareas diarias.
    Otros síntomas se relacionan con tu actitud o tus sentimientos hacia el bebé:
    • Tienes dificultad para establecer el apego con tu bebé o te cuesta relacionarte con él.
    • No quieres estar a solas con el bebé porque no te sientes capaz de cuidarlo.
    • Tienes resentimientos hacia el bebé, lo culpas por tu situación o piensas en lastimarlo.
    • Te preocupas demasiado por el bebé, hasta el punto que su sola presencia te causa estrés.
    • Te arrepientes de tu embarazo y el nacimiento del bebé.
    Estos todos suenan como pensamientos muy extremos, pero son comunes y no pasan de ser pensamientos –por lo general no se concretan–, pero sí pueden evolucionar o ser más bien una complicación de la depresión postparto.

    La psicosis postparto y otras complicaciones de la depresión postparto

    Además de las posibles complicaciones de una depresión normal (como el riesgo que puede tener en tu salud, vida social, laboral y económica), durante el postparto tu condición puede también afectar a tu bebé, y ese es uno de los mayores riesgos.
    Si sufres depresión postparto quizá no seas capaz de cuidar a tu pequeño apropiadamente, seas negligente o le trasmitas sentimientos de frustración, inseguridad e ira. Las consecuencias en el desarrollo de tu bebé incluyen falta de apego, retrasos en su progreso físico, afectivo, de lenguaje y cognitivo, llanto inconsolable, y problemas de comportamiento durante la infancia. Por eso es importante que busques ayuda cuanto antes 
    En casos extremos, la depresión postparto puede convertirse en una psicosis postparto, que afecta de una a cuatro de cada mil mujeres después de dar a luz. Esta complicación incluye todos los síntomas de la depresión y además:
    • Alucinaciones (ver cosas y personas que no existen).
    • Confusión.
    • Cambios súbitos y extremos en tu estado de ánimo.
    • Intentos de lastimarte o lastimar a tu bebé.
    • Comportamiento errático o bipolar.
    Otra complicación, llamada desorden obsesivo-compulsivo postparto, lleva a las mujeres a tener miedos extremos. En la mayoría de los casos, este desorden se manifiesta como obsesión por la higiene y seguridad del bebé, que puede llevarte a tomar medidas como lavarte las manos constantemente hasta hacerte daño, cerrar con llave puertas y ventanas por temor a intrusos, ocultar armas en tu casa para defenderte o no bañar a tu bebé por miedo a que se ahogue.
    La psicosis postparto y el desorden obsesivo-compulsivo postparto pueden ser tratados con éxito, pero requieren atención psiquiátrica inmediata.