Cómo limpiar y cuidar los oidos de tu bebé
Entre las muchas atenciones que requiere vuestro recién nacido está la de cuidar sus oídos. Aunque se trata de una tarea sencilla, puede plantearos algunas dudas.
Los bebés tienen los oídos mucho más delicados que los adultos, porque su canal auditivo es más corto y, por tanto, más vulnerable a los enfriamientos y a posibles agentes agresivos exteriores como el polvo, el aire, el agua y las bajas temperaturas.
Para evitar problemas de oídos a tu hijo debes hacer dos cosas: aprender a limpiárseloscorrectamente y protegérselos siempre muy bien.
OJO CON LOS BASTONCILLOS
A las pocas semanas de nacer tu pequeño empezará a segregar cerumen, una sustancia antibacteriana, blandita y amarillenta, que además de proteger sus oídos de infecciones y de agentes externos que podrían penetrar en ellos, los mantiene a salvo de leves erosiones que podría hacerse el bebé al rascarse (hasta que el pediatra te dé permiso para cortarle las uñas, ponle unas manoplas).
Por eso, no es bueno retirar la cera del conducto auditivo, salvo que tenga tanta que se le formen tapones (es el médico quien debe quitarlos). El oído cuenta con un mecanismo natural para la eliminación de la cera: se desliza lentamente hacia el exterior, impulsado por los movimientos que el bebé realiza mientras se alimenta.
Así que ya sabes: quita a tu hijo sólo la cera que le veas por fuera, con la punta de una gasa seca (no lo hagas con una bola de algodón, porque suelta pelitos). También puedes hacerlo con los bastoncillos para los oídos, pero sin metérselos por dentro: en lugar de sacarle la cera, la empujarías hacia adentro y, además, podrías dañarle el tímpano.
MUY BIEN PROTEGIDO
Antes de bañarle, asegúrate de que no llegan corrientes de aire directas al cuarto donde vas a poner su bañerita, porque al tener los oídos húmedos hay más riesgo de que coja una otitis. Ésta es la dolorosa inflamación del oído medio, que siempre debe ser tratada por el pediatra (muchas veces, con antibióticos). Sabrás que tu hijo padece esta alteración si se muestra inquieto, llora mucho, está inapetente y le cuesta conciliar el sueño. El síntoma inequívoco de que la tiene es que le presiones la zona inferior del oído y rompa a llorar a gritos.
Mientras le bañas, intenta que no le entre agua en los oídos (mantenle la cabeza derecha) y cuando le saques de la bañera, sécaselos con suavidad con la punta de una toalla seca. Si piensas que le ha entrado agua (se llevará la mano al oído), ponle la cabeza hacia ese lado, hasta que el líquido drene.
Por otro lado, cuando salgáis a la calle, cúbrele la cabeza con un gorrito que le tape los oídos, para evitar que se le enfríen, y evita las calles y plazas muy “abiertas”, donde siempre hace viento.
Jamás le eches gotas en los oídos sin consultárselo al pediatra y si alguna vez se las prescribe, calienta el frasco entre tus manos, para que el contacto con ellas no dé impresión a tu hijo.
Por último, si le sale un grano dentro del oído (son muy dolorosos), aplícale una gasita impregnada con una pizca de alcohol, para que se le seque enseguida y deje de molestarle cuanto antes.
ALGUNAS DUDAS SOBRE LAS OREJAS
¿No las tiene demasiado grandes? No. Se trata sólo de una impresión (muy común entre
los padres primerizos), que va desapareciendo a medida que el pequeño crece y su perímetro cefálico aumenta.
los padres primerizos), que va desapareciendo a medida que el pequeño crece y su perímetro cefálico aumenta.
¿Por qué se le ponen tan coloradas? Es una reacción normal, que se explica por dos motivos: porque las tiene muy vascularizadas y por la inmadurez de su sistema de termorregulación.
¿Se pueden correguir las orejas de soplillo? No del todo, pero sí bastante. Para ello, al tumbar al niño y ponerle el gorro debemos asegurarnos de que no tiene las orejas dobladas hacia adelante.
¿A las niñas les duele que le pongan pendientes? No. Sus lóbulos son tan blanditos, que el mismo pendiente hace el agujero sin que las pequeñas se inmuten. Eso sí, deben ponérselos en la maternidad o en una farmacia, para evitar el riesgo de infección.
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