martes, 1 de julio de 2014

Cómo darle medicamentos a tu niño de manera segura y eficaz

Los niños son más sensibles a los medicamentos que los adultos. Incluso los medicamentos de venta sin receta médica más inofensivos podrían resultar ineficaces o dañinos para tu pequeño. Aquí te ofrecemos algunos consejos que te ayudarán a darle a tu niño los medicamentos con confianza. 

Consulta con los expertos

Consulta con el farmacéutico o con el pediatra acerca del medicamento que le darás a tu niño. Si se trata de un medicamento prescrito por el médico, investiga cuál es su acción específica y qué efectos secundarios podría tener. Averigua cuándo debería empezar a surtir efecto y por cuánto tiempo se lo deberías dar. 

Ten en cuenta lo siguiente: 

  • ¿Interactuará este medicamento con alguna otra medicina que esté tomando tu pequeño?

  • ¿Qué deberías hacer si te olvidas de darle a tu hijo una dosis?

  • ¿Necesitas guardar el medicamento en el refrigerador o simplemente lejos del calor o la luz?

  • ¿Es necesario mantener a tu niño alejado de la luz solar mientras está bajo los efectos del medicamento?

  • ¿Se lo puedes dar con las comidas, o deberías evitar ofrecerle a tu pequeño ciertos alimentos junto con el medicamento?

Algunas medicinas deben tomarse después de la comida mientras que otras con el estómago vacío. Otras, el organismo las absorbe mejor si son acompañadas con determinados alimentos. 

Antes de que te vayas a tu casa, asegúrate de entender bien la dosis y cómo y cuándo dársela a tu niño. Si estás pensando en darle a tu hijo un medicamento de venta sin receta, primero pregúntale al médico o farmacéutico si es seguro para tu hijo. Si en el envase no se especifica una dosis para niños, podría no ser apropiado. Y recuerda preguntar por los posibles efectos secundarios y las interacciones con otros medicamentos. 

Y no dejes de avisarle al médico y al farmacéutico acerca de las alergias que pudiera tener tu niño. 

Administra la dosis correcta

En un estudio realizado en 1997 y publicado en los Archivos de Pediatría y Medicina Adolescente de Estados Unidos, se descubrió que el 70 por ciento de los padres había tenido dificultad para administrar la cantidad adecuada de medicamento. Así que, si alguna vez te desconciertan las instrucciones de los medicamentos, no eres la única. 

Un grupo de investigadores de la Emory University's School of Medicine de Atlanta, encontraron que solamente un 40 por ciento de las 100 personas a cargo del cuidado de los niños (incluidos los padres), que participaron en el estudio arriba señalado, pudieron indicar la dosis correcta para su niño. Pero solamente el 43 por ciento pudo medir con precisión una dosis. 

En términos generales, solamente el 30 por ciento de las personas a cargo del cuidado de los niños pudieron identificar y medir de forma precisa la cantidad correcta de los medicamentos para sus niños. 

¿Cómo puedes estar segura de que tu bebé está tomando la cantidad de medicamento que necesita? 

Aquí tienes algunos detalles más para tener en cuenta: 

  • Lee las instrucciones con mucha atención. Es recomendable que leas las instrucciones cuando compres o recojas en la farmacia un nuevo medicamento. Además dale otra leída cuando llegue la hora de darle a tu niño la medicina y mientras la estés preparando.

Sigue las instrucciones del envase al pie de la letra. Así tendrás la certeza de que tu niño tomará la dosis exacta para su edad y su peso. Si algo no te queda muy claro, consulta con el farmacéutico o el médico. 

  • Presta mucha atención a los números que se incluyen en las instrucciones. Eso te ayudará a no confundirte y evitarás administrarle a tu pequeño, el doble o la mitad de la dosis señalada. Cuando uno está apurado, es muy fácil ver "2" donde dice "1/2". Lee las instrucciones y asegúrate de que el lugar donde prepares la dosis tenga una buena iluminación.

  • Ten cuidado con los medicamentos concentrados. Ten en cuenta que algunos medicamentos para bebés, que se venden sin receta médica, como por ejemplo el paracetamol (acetaminofén) pediátrico en forma de gotas, vienen concentrados. (No uses estos medicamentos concentrados para administrarle a un niño más grande una dosis normal).

  • Conoce el peso de tu pequeño. Algunas dosis se basan en el peso o bien, en el peso y la edad del niño. Podría resultarte útil anotar el peso actualizado de tu bebé en un papelito y guardarlo en el botiquín. No te preocupes si el peso más reciente que tienes es de un par de semanas atrás, usa la cifra que te dieron en la última visita al pediatra. O párate sobre una báscula con tu niño en brazos y luego resta tu peso de la cantidad total.

  • Asegúrate de agitar los medicamentos líquidos. Si así lo indica la etiqueta, agita los medicamentos líquidos antes de dárselos a tu niño. De esta manera, te asegurarás de que todos los compuestos se mezclen de una forma homogénea, de modo que tu niño no reciba ni demasiado ni muy poco de ellos.

  • No confundas cucharaditas con cucharadas. “Cdta.” quiere decir una cuchara de té, mientras que “cda.” se refiere a cuchara de sopa. De cualquier forma, es poco probable que tu niño tenga que tomar una cucharada completa de un medicamento, así que piensa en términos de cucharaditas cuando sea pequeñito.

  • No hagas cálculos mentales. Si la dosis recomendada es de 2 cucharaditas pero tu jeringa o el cuentagotas no tienen marcas de medida para cucharaditas, no le administres lo que te parezca lo más cercano a la dosis recomendada. Usa una cuchara medidora en esta ocasión y consigue una jeringa o un cuentagotas con la calibración apropiada para la próxima vez. Ten en cuenta que: 1 mililitro (1 ml) es igual a 1 centímetro cúbico (1 cc) y 1 cucharadita son 5 cc.

  • No exageres. Muchas personas creen que si le dan a sus niños bastante medicamento, éste funcionará más rápido. Es muy importante que solamente le des a tu pequeño la dosis prescrita o recomendada. Incluso si el resfriado, la infección de oídos, el dolor de garganta o la fiebre son muy intensos, no se aliviará más pronto si le suministras más medicina. Las dosis se basan en la cantidad de medicación que es segura para tu hijo y no en la gravedad de la enfermedad.

  • Llama al médico si observas cualquier efecto secundario inesperado. Si cometes un error y le das a tu hijo más medicación de la indicada, posiblemente no le produzca ningún daño duradero, pero llama al médico o al farmacéutico para quedarte tranquila.

  • Qué hacer si tu niño no retiene el medicamento. Si por alguna razón tu niño no pudiese o se resistiese a tomar la cantidad exacta de medicamento (probablemente debido a que tiene vómitos y no puede retener nada), díselo al médico. Quizás adopte otro método — por vía inyectable o intravenosa o con supositorio, por ejemplo— para asegurarse de que tu pequeño reciba el tratamiento que necesita.

  • Otras recomendaciones importantes. Es fundamental que no le des a tu hijo la receta de otro niño, ni una receta vieja y nunca le des aspirina, porque podría producir una enfermedad grave denominada síndrome de Reye. Y échale un vistazo a nuestro artículo sobre medicamentos que no debes darle a tu bebé.

Consulta la lista de artículos recomendados para tu botiquín de primeros auxilios. 

La clave está en usar el instrumento adecuado

El usar el instrumento adecuado es clave para garantizar que tu pequeñín reciba la cantidad exacta de medicación. Esto significa que vuelvas a poner la cuchara en el cajón de la cocina (ya que cada cuchara tiene un tamaño diferente) y empieces a usar la cuchara dosificadora, el cuentagotas, el vasito medidor o la jeringa oral, que han sido específicamente diseñados para ayudarte a medir y administrar la dosis exacta. 

La mejor opción es usar una jeringa oral plástica marcada con diferentes medidas. En el caso de los bebés, las jeringas son más eficaces que las cucharas porque te permiten poner la cantidad completa del medicamento en sus bocas, para que luego descienda por sus gargantas. 

Si usas un cuentagotas y tu bebé trata de escupir el medicamento, utiliza tu dedo para abrir su mejilla y luego trata de meter la medicina dentro de la cavidad de esa mejilla. Deja tu dedo en su boca hasta que trague el medicamento, de esa manera descenderá por su garganta en lugar de escaparse. 

Para salir del apuro, podrías usar una cuchara de medir "de verdad", es decir, como la que usas para medir los ingredientes de cocina. Pero por lo general, resulta muy difícil introducir ese tipo de cuchara (y vaciarla) dentro de la boca de un niño. 

La regularidad de la dosis es fundamental

Lee con muchísimo cuidado las instrucciones para averiguar con qué frecuencia deberías darle a tu niño un determinado medicamento. Si dice "cuatro veces al día", tienes que dárselo cuatro veces durante las horas en que tu niño esté despierto; no tienes que despertarlo durante la noche para otra dosis. 

Si por otro lado, las instrucciones dicen "cada seis horas", tendrás que averiguar si incluye día y noche. Si el pediatra te recetó el medicamento, pregúntale a él. Si es un medicamento de venta sin receta, consulta al farmacéutico. 

Recuerda que es muy importante seguir las instrucciones con respecto a si debes darle la medicina con el estómago vacío o junto con las comidas. Y también sobre los alimentos que debes evitar o bien, consumir para acompañar al medicamento. 

Si te parece que le has estado dando a tu niño una medicina por un periodo largo de tiempo y no notas resultados, revisa de nuevo las instrucciones. Si sus síntomas no mejoran y sigues administrándole el medicamento más allá del tiempo recomendado, no le harás ningún bien, así que probablemente sea tiempo de hablar con el médico. 

Por otra parte, incluso si tu pequeñín empieza a sentirse mejor, continúa dándole la cantidad de medicamento prescrito por el médico. De lo contrario, no podrás estar segura de que la infección bacteriana esté totalmente eliminada. 

Qué hacer para que tome la medicina

Quizás tu niño se resista a tomar el medicamento, especialmente si su sabor no es muy bueno. Si ese fuera el caso, tal vez te convenga consultar con el farmacéutico acerca de los preparados saborizados (que le darán al medicamento diferentes gustos), para hacer que el remedio sea más agradable a su paladar. 

Sin embargo, no agregues el medicamento a un biberón de leche o a un vaso de jugo. Si el niño no se lo toma todo, no recibirá la dosis completa. 

Si tu niño ya tiene edad para ingerir sólidos, otra alternativa es consultar con el médico para ver si puede recomendarte o recetarle la medicina en comprimidos. Así podrás triturarla y mezclarla con un poco de yogurt o puré de manzana. 

Trata de darle la medicina a tu niño con entusiasmo pero no llames al medicamento “caramelo". Si le dices que el medicamento es una golosina, tal vez te ayude a dárselo sin ninguna dificultad la primera vez. Pero este truco puede ser contraproducente porque si por casualidad el niño se topa con el envase, quizás decida tomarse todo “su caramelo”. 

Guarda los medicamentos en un lugar seguro

Trata de mantener los medicamentos en la caja original, salvo que todas las instrucciones y los componentes estén en el envase. Y si de casualidad pierdes la etiqueta o las instrucciones, bota el medicamento. Puedes hacer tus propias conjeturas, pero por mejores que sean, no vale la pena poner en riesgo a tu niño. 

Muchos antibióticos (y algunos otros medicamentos) necesitan ser refrigerados. Algunos puedes tenerlos afuera por algunos minutos o guardarlos en el bolso o pañalera mientras llegas a la guardería. Otros necesitan frío constante, ya sea que estés en casa o fuera de ésta. 

Pídele a tu farmacéutico que te ayude a leer detenidamente cualquier indicación específica que tenga el medicamento y sus recomendaciones de almacenamiento. Guarda los medicamentos que no necesiten frío en un lugar fresco y seco. No los almacenes en el botiquín del baño, ya que pueden calentarse y humedecerse con el uso de la ducha. 

Y por último, guarda siempre todos los medicamentos en un lugar seguro fuera del alcance de tu pequeño explorador. 

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