El órgano visual del niño se forma en el útero materno y después del nacimiento madura lentamente hasta el primer año. Durante este período, las mamás deben controlar los ojos de su bebé para asegurarse de que todo funciona correctamente. Veamos cómo progresa la vista cada mes y las pruebas que se pueden realizar en casa, para un desarrollo correcto.
En el primer mes. Para el recién nacido, el mundo es una alternancia de luces y sombras, sin colores.El bebé sólo distingue el contorno de los objetos más bien grandes. Una prueba sencilla es llevarle a una habitación oscura colocándole frente a una ventana por la que entre luz. Si cierra los ojos apretando los párpados, y si las pupilas se vuelven más pequeñas, significa que todo va bien.
En el segundo mes. El contorno de los objetos es menos confuso y el niño consigue enfocar a distancias más cortas. Si colocamos un juguete a unos 25 centímetros de distancia del bebé y lo movemos lateralmente, el niño, si todo está en orden, seguirá el movimiento del juguete, aunque sólo durante unos segundos.
Al tercer mes. El niño tiene una visión más precisa, capta el contraste entre el blanco y el negro, y reconoce no sólo los contornos de los objetos y los detalles. Distingue la nariz, la boca y los ojos en la cara de las personas, y puede responder a la mirada y a la sonrisa de la madre. Una prueba sencilla consiste en tomar en brazos al niño, mirarle fijamente a los ojos y sonreírle. El debería responder a esa mirada fijando sus ojos en la mamá y sonriéndole a la vez.
Al cuarto mes. Se desarrolla la sensación de profundidad de las imágenes y su horizonte llega hasta un metro de distancia. El niño, en general, puede agarrar un objeto que la madre haga pasar rápidamente frente a sus ojos, y si lo retira debería moverse hacia delante para tratar de cogerlo.
Al sexto mes. El pequeño reconoce bien las formas de los objetos, empieza a percibir los colores, aunque todavía de forma confusa. Los dos ojos comienzan a trabajar juntos y a ver la misma imagen al mismo tiempo.
Al año. Se perfecciona la visión tridimensional, y su vista es igual a la de un adulto, incluso con la capacidad para distinguir los colores. Es importante hacer que el niño juegue con objetos de distintas formas y observar cómo se comporta.
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